Mi primera aproximación a Goya fue en los pasillos de la casa de mi abuelo en Puente Alto. En las paredes de ladrillo colgaban varias reproducciones de los grabados efectuados por el pintor español para su serie denominada Los Caprichos.
Cuando pequeño me llamaban la atención por lo sombrío de los personajes retratados, esos locos dibujados con trazos oscuros o esas brujas volando sobre escobas... Por un lado me atraían y por otro me causaban cierto temor.
Años más tarde, cuando volvía de visita a casa de mi abuelo como estudiante de periodismo, me costaba entender cómo le podían gustar esas obras, siendo él un católico declarado, con más de veinte cruces sobre su cama y misa todos los domingos. Sin embargo, ahí estaban los cuadros paganos, conviviendo pacíficamente al lado de una reproducción de la virgen y una foto del Papa Juan Pablo Segundo.
Finalizando la carrera de periodismo y en medio de mi proyecto de tesis, volví a encontrarme con Goya, particularmente con su grabado llamado "Los Sueños de la Razón producen Monstruos". En aquel momento me sentí muy identificado con esa obra, principalmente por cierta rabia acumulada contra ese sistema de normas y leyes "racionales" en el que me sentía inserto y del cual quería dejar mi histórico (y egocentrista) testimonio.
Siguió pasando el tiempo y mis encuentros con la obra y las historias que rodean a Goya se siguieron sucediendo. Una película sobre su vida, una exposición de grabados en Santiago, un libro de bolsillo...
Hasta que ayer tuve otros de esos encuentros. Esta vez a través de la película "Las sombras de Goya", donde se relata la historia de una de las modelos del pintor, quien fue encarcelada por la "Santa Inquisición" por sospechas de practicar judaísmo. Esa es la excusa del film para mostrar parte de la vida de este pintor, esa pobre mujer, la inquisición, la monarquía y la invasión francesa.
En la película se retratan muy bien las contradicciones históricas que rodearon a Goya, así como las debilidades humanas arrastradas por credos tanto religiosos como racionales. Pintor de la corte, era el encargado de retratar a los reyes de España y pintar capillas, al mismo tiempo que realizaba sus "Caprichos". Simpatizante de las ideas de la revolución francesa, vio caer sus esperanzas de cambio cuando las tropas de Napoleón arrasaron con el pueblo español en nombre de las ideas ilustradas.
Un personaje muy particular de la cinta es un cura interpretado por Javier Bardém, quien de ser un sacerdote defensor de las duras herramientas de control ejercidas por la inquisición, pasa a ser un revolucionario amigo de la guillotina.
Si bien la película no convence cien por ciento, sí es muy efectiva en demostrar esta paradoja tan humana. Para palpar el peso de esa contradicción histórica, creo que un libro muy gráfico del periodo es "El Siglo de las Luces" de Alejo Carpenter; el que desde otra perspectiva aborda los vaivenes de la revolución francesa y las ideas de la ilustración.
En fin, volviendo a los cuadros en casa de mi abuelo. Cuando al cura interpretado por Bardém le preguntan por qué se realiza un retrato a manos de Goya, considerando lo atrevido de sus grabados... el responde que él es el pintor mejor reconocido de España.
Y si Goya pudo soportar (no sin salir herido emocionalmente) el peso de la "Santa Inquisición", por qué unas cuantas copias de los caprichos no podrían convivir junto a la foto de Juan Pablo Segundo en casa mi abuelo. Y de paso, seguir comunicando dos siglos después, que nuestras creencias no son más que un enredo de sueños y explicaciones que nos pueden llevar más al infierno que al cumplimiento de esos ideales.
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