Valparaíso está helado. La noche es atravesada por un brisa fría. El comienzo del otoño viene de la mano con la llegada de los estudiantes y los micreros malhumorados.
Laboralmente los ritmos se intensifican, se reciben más mails por día, anochece más temprano y algunos, como primer síntoma de temporada, nos resfriamos con el último piscinazo de semana santa.
Con la nariz tapada y un tanto choqueado por esta primera semana de abril, sólo me queda acomodarme en la cama, cubrirme hasta el cuello y acurrucarme bajo las frazadas.
No hay más remedio. El año ha comenzado.
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