miércoles, 7 de abril de 2010

Letargo de Carnaval

Esperando la micro

Parte 1. En el terminal

Santiago es un horno. Las personas esperan en la vereda cargados con mochilas y maletas mientras los buses transitan en intervalos de cinco minutos. Me queda un rato antes de regresar a Valparaíso.



Hoy desayunamos frente a la estructura carnavalesca del Parque Italia, en el Café Marco Polo. En la acera todavía quedaban challas y a un costado de nosotros algunos técnicos de sonido tomaban un café con tostadas.

Creo que luego de una ducha tibia lograré desesperesarme y descender desde el Cerro Placeres hasta el Parque Italia, seguramente transfomado en un mar de personas sonrientes y festivas. El epílogo de una propuesta cultural ligada al espectáculo masivo y en cuyos vericuetos deambulé un tanto ebrio a principios del milenio. Hasta que la rutina de tanto santiaguino exaltado terminó por alejarme de las calles y relegarme en mi cómoda habitación.

Ahora solo tengo mi letargo previo a tomar el bus de vuelta. La vida, al parecer, ya no se juega en una noche de puerto. Ahora creo que me agradan más los desayunos a un costado del caos.

Parte 2. En el carnaval

Kevin Johansen

Apenas llegué a Valparaíso, bajé del bus y me fui hasta la Feria de Avenida Argentina, movido por una costumbre más urgente que los carnavales culturales y relacionada estrechamente al futuro gastronómico de la semana, el que estaría compuesto por duraznos, melones tuna, sandía, choclos y tomates. No pude evitarlo. Con la bolsa llena de frutas y verduras pasé por una panadería. Ya era de noche cuando tomé el colectivo a casa y me llamó Macarena: debía estar en un instante en el Parque Italia, ya que la amiga de un amigo tenía la oportunidad de hacernos pasar al sector VIP del recital.

Bajo la bolsa de la feria y pegado a la puerta del colectivo le respondí que todo debía ser a su tiempo.

Luego de guardar las verduras en el refrigerador, me duché y comencé mi periplo hasta el Parque Italia, donde estaba repleto de gente que coreaba a Francisca Valenzuela.

Del otro lado de las rejas, Macarena me divisó y caminó hasta mí. Entre dos guardias que vigilaban un tanto aburridos, Macarena me entregó un pase de periodista.

Un tanto nervioso me puse la credencial sobre mi pecho y partí, en medio del tumulto, hacia el acceso lateral del escenario. Dos guardias me pararon y me dijieron que el acceso a la prensa era a la vuelta de la esquina. Junté ánimo de nuevo.

Esta vez tuve más suerte. Los guardias me saludaron, abrieron la reja y me dejaron pasar.

Una vez dentro me fui al área de periodistas y luego, como que no quiere la cosa, me fui caminando hasta donde estaba Macarena.

Desde unos cuantos metros de distancia disfrutamos del recital de Francisca Valenzuela. Ya entrado en confianza saqué la cámara y me puse a grabar.

Pero lo mejor vino después, cuando un amable Kevin Johansen se subió junto a De Nada e inició la interpretación de algunos de sus temas: Che Donals o Mac Guevara, Soñar no Cuesta Nada y La Cumbiera Intelectual.

Ya al final de la noche, Kevin cantó un par de canciones con la vocalista de Aterciopelados y cerró junto a Calle 13.

Las letras, la calidad del sonido y el buen humor de la banda hicieron del espectáculo un evento muy agradable.

Apagadas las luces del escenario, junto a Macarena y sus amigos hicimos abandono del sector VIP y nos adentramos en la masa alegre y desordenada que inundaba el Parque Italia entre medio de carpas, botellas de cerveza y vendedores de hamburguesas vegetarianas. Había que seguir celebrando, definitivamente ya se me había pasado el letargo.

Kevin Johansen

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