Valparaíso está helado. La noche es atravesada por un brisa fría. El comienzo del otoño viene de la mano con la llegada de los estudiantes y los micreros malhumorados.
Santiago es un horno. Las personas esperan en la vereda cargados con mochilas y maletas mientras los buses transitan en intervalos de cinco minutos. Me queda un rato antes de regresar a Valparaíso.