sábado, 5 de septiembre de 2009

Los Falsificadores

Los Falsificadores, Film, protagonista pinta mural en campo de concentración

Salomon Sorowitch es un judío ruso que se dedica a la falsificación de billetes. Eso hasta que cae prisionero de los nazis y es enviado a un campo de concentración, donde sobresale por sus habilidades técnicas en el dibujo.

Pronto los nazis lo reclutan para que ilustre sus "hazañas" y más tarde lo trasladan hasta un campo de concentración donde se gesta una de las tareas más extrañas planeadas por el régimen: una falsificación a gran escala de billetes y documentos británicos que pretendían hacer quebrar la economía del país enemigo.

Para la insólita tarea los nazis reclutan a un grupo diverso de judíos, entre los que se cuentan banqueros, tipógrafos y artesanos, los que son encerrados en la llamada "jaula de oro", donde obtienen algunos privilegios en relación a los martirios constantes a que eran sometidos los otros judíos.

La cinta funciona muy bien en el desarrollo del personaje principal, un hombre que se desmarca, en parte, de la causa judía e intenta sobrevivir en base a sus habilidades artísticas, primero, y luego técnicas, para ganar días de vida y así hacerse un espacio en medio del infierno.

También es potente la discusión que se genera con otros judíos que intentan sabotear el montaje industrial de billetes falsos creado por los funcionarios de Hitler, cuando una de las pocas vías para su sobrevivencia pasa por colaborar con sus captores.

La trama de la película mantiene todo el tiempo la tensión y despliega la complejidad de tomar ciertas decisiones que se alejan de una línea idílica del buen comportamiento y se compromenten con relaciones más realistas y oscuras. Como cuando la mujer que acompaña a Salomon afirma que es un artista del dibujo y él le señala que mucho mejor que ser dibujante, es aplicar esta técnica en un bien que da muchos dividendos en muy corto plazo: la creación de dinero.

1 comentario:

  1. En menos de 2 años el cine alemán se llevó 2 veces para la casa el Oscar a la mejor película extranjera y una de ellas fue con esta película, la otra fue "La vida de los otros" (2007), la excelente obra de Florian Henckel Von Donnersmarck.

    Ambas tratan sobre la pesadilla dejada caer sobre Alemania pero distintas épocas y en distintas claves: los nazis durante los 40, los comunistas durante los 80.

    En el caso de los falsificadores, el gran mérito está claro, como lo señala el artículo, en el nudo moral que enfrenta constantemente al protagonista con algunos de sus compañeros de encierro: la salvación individual antes que la dignidad de una causa. Cuestión que para Smolianoff parece importar un rábano y no por nada era dinero lo que falsificaba en libertad. Era él en todos los terrenos un gran negociador y fue eso lo que en definitiva le salvó la vida en los campos de concentración y también fuera de ella cuando se la pasó huyendo y falsificando papeles para cambiar de país y de identidad debido a las muchas órdenes de captura que aún lo seguían.

    Ahi se sostiene toda la película, que adolece objetivamente de un mejor guión como la historia se lo merecía. Lo otro es que es una historia verdadera, y aquello funciona casi automáticamente para una gran mayoría, ni que hablar de que es una cinta qe trata el holoausto nazi, lo que durante muchos años fue un tirar y abrazarse entre la crítica y sobre todo desde el este del mundo. No olvidar que fueron los aliados del este los que nos liberaron de la carnicería de Hittler. Eso constantemene la historia y la industria cinematográfica norteamericana se encargan de recordarlo.

    De ahi también el éxito obtenido por la "La vida de los Otros", que retrata el trabajo de la terrorífica Statsi, la polícia secrerta de la Alemania Comunista y que un año antes se había llevado decenas de premios internacionales.

    La historia del agente Gerd Wiesler no dejó indiferente a nadie principalmente porque recurría a la cotidianeidad a la que nos sometieron por igual regímenes de izquierda y derecha, cuando el terror andaba por las calles más libre incluso que los propios ciudadanos y se lo podía uno encontrar en el Teatro o la Universidad (preguntar mucho en clases es en la película un motivo para "anotar" alumnos complicados)

    Es ahí donde está su mayor mérito, donde jugó von Donnersmarck todas sus cartas y a ganador por supuesto.

    Por eso cuando le pregunté a Raul Ruiz que le había parecido esta película me respondió que la había encontrado interesante, aunque cinematográficamente mediana. A mi encantó en todos los sentidos, pero entendía su comentario, y fue exactamente lo mismo que a mi me pasó con "Los falsificadores".

    Películas que desde el terreno de lo estético o de los formatos técnicos se presentan como ejercicios para rearmar una y otra vez, pero que desde lo emotivo dan cuerda a un cine hecho para entrar directamente a la vena, lo cual no tiene por ser malo, si es que se sabe como hacer sin entrar en el sentimentalismo patriotero y barato al que por ejemplo nos tenía acostumbrados el cine gringo cuando trataba de justificar sus incursiones en Vietman via Rambo o Chuck Norris.

    Recomendables ambas cintas aunque yo a la segunda le pongo veinte estrellas, con el permiso del gran Raul Ruiz.

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