Cuando salí del cine las luces de la ciudad se distinguían como destellos rojos y amarillos bajo la lluvia. Un poco mareado por el cambio entre la sala y la calle, veo a un grupo de personas esperando la micro mientras el viento les hace bajar la mirada y refugiarse en sus abrigos.
Casi no hay locomoción. La única micro que pasa viene repleta de gente. La puerta se abre y me subo. Una vez arriba me cuelgo del pasamanos y pierdo la vista entre los vidrios empañados y los rostros impávidos de los pasajeros.
En el cine acabo de ver la película
Enemigos Públicos, protagonizada por Johnny Depp, Cristian Bale y Marion Cotillard. La historia se centra en la vida de un ladrón de bancos, Jonh Dillinger, en el Estados Unidos de los años 30. El personaje es una celebridad en medio de la crisis financiera, logrando captar la atención de la prensa y buena parte de la población.
Detrás de él va un equipo de policías recién creado para hacer frente al crimen organizado y la corrupción existente en las autoridades locales. Entre sus métodos para obtener información están la intervención telefónica, la tortura y la extorsión.
La mayoría de la trama ocurre en la ciudad de Chicago, donde la pareja de Jonh tiene su hogar y es constantemente vigilada por la policía. La fotografía de la cinta a veces realiza guiños a una estética de comics, con mucho primer plano al rostro de los protagonistas y sus diferentes expresiones.
La música de Billie Holiday es sintonizada un par de ocasiones por el protagonista, dando un tono melancólico y fatal a la suerte de los amantes y al sueño del último golpe antes de volar hacia Cuba, Brasil u otro país sudamericano.
Mientras la micro transita por la ciudad sigo mirando las expresiones de los pasajeros, el vapor que sale de sus bocas, los pelos humedecidos y sus miradas en tránsito. Afuera los postes iluminan la lluvia y tiñen de amarillo el pavimento.
Un poco antes del supermercado me bajo con un grupo de personas, cruzo la calle y camino rápido hasta el bar Pajarito. Dentro del local queda sólo una mesa. Me siento, pido una cerveza y espero a que llegue mi señora.
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