A poco más de un mes para casarme, las circunstancias me han hecho dar un vistazo hacia el pasado. Metros antes del altar, desde la puerta de la parroquia y en dirección hacia atrás, se acumulan los recuerdos y las miradas de una vida.
Hacia delante la esperanza y el regocijo de sentirse haciendo las cosas bien. Independiente de las formalidades, más allá de las columnas de la iglesia, diviso un futuro construido por nuestras propias manos, donde Macarena y yo apostamos por estar una vida juntos.
En el camino florecerán risas, complicidades y desafíos. La vista fija en el firmamento antes de volar alto, los dos tomados de la mano, con una sensación de vértigo en el estómago y una sonrisa en el rostro.
Continuará el esfuerzo individual por seguir descubriéndonos día a día, darnos espacios para crecer, reflexionar y seguir cambiando.
Y cuando esto nos sucede, la emoción de dar una gran paso en la vida nos invade el alma. ¡Dan ganas de compartirlo, bailar y gritarlo!. Uno no puede quedarse dormido, los sentidos se avivan, la mirada se afina, los colores brillan más fuerte y es imposible no comunicarlo.
Llamamos a los amigos y los familiares, los invitamos a una gran fiesta y todos celebramos la felicidad de estar juntos, recordando a los que no están y aprendiendo de la lección de su partida que cada minuto es precioso y es necesario compartirlos.
Pero junto con la fiesta y el regocijo de inicar una nueva etapa de nuestra vida, me surge esta necesidad de seguir viendo el entorno, ejercitar la capacidad de sorpresa y lanzarme a escribir o retratar aquellos aspectos de la vida que nos parecen dignos de compartir con las personas que queremos, pero también con aquellas otras personas, que como uno, hoy construyen su vida diaria en los distintos lugares del mundo, en forma anónima y por sobre todo humana.
Sobre esta vida cotidiana, con cierta mirada de provincia y aires porteños, se trata el presente blog. Su nombre lo recuperé de una publicación que edité un par de veces en mi vida universitaria y que tenía por objetivo ser un puente para concetarme con otros a través de la lectura y la fotografía.
Esa publicación ya no la fotocopio ni la vendo en las micros, pero su nombre me recuerda ese algo urbano, transitorio y sensible que vivimos a diario.
De esa necesidad de comunicar debieran brotar los futuros textos que vayan dando vida a este blog llamado "Pasajero de Micro".
Adelante.
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