Entraron como Pedro por su casa, inflaron sus pechos y caminaron por los pasillos de la Moneda muy seguros de sí mismos. Si el éxito los acompañó en sus negocios privados, por qué la suerte no los seguiría en la administración de esta gran empresa llamada Estado. Más aún cuando las leyes de este organismo fueron creadas y sacramentadas por sus compañeros de filas allá por los años 80.
Dos misiones claras dictadas por el destino, primero el terremoto y luego el rescate de los mineros, les permitieron figurar como líderes seguros de sí, proyectando su imagen de emprendedores, ahora desde el Estado.
Pero el tiempo pasó, la contingencia se desinfló con el paso de los meses y comenzaron a hacer lo que deseaban desde un principio: gobernar como un gobierno de derecha.