Salomon Sorowitch es un judío ruso que se dedica a la falsificación de billetes. Eso hasta que cae prisionero de los nazis y es enviado a un campo de concentración, donde sobresale por sus habilidades técnicas en el dibujo.
Pronto los nazis lo reclutan para que ilustre sus "hazañas" y más tarde lo trasladan hasta un campo de concentración donde se gesta una de las tareas más extrañas planeadas por el régimen: una falsificación a gran escala de billetes y documentos británicos que pretendían hacer quebrar la economía del país enemigo.
Para la insólita tarea los nazis reclutan a un grupo diverso de judíos, entre los que se cuentan banqueros, tipógrafos y artesanos, los que son encerrados en la llamada "jaula de oro", donde obtienen algunos privilegios en relación a los martirios constantes a que eran sometidos los otros judíos.
La cinta funciona muy bien en el desarrollo del personaje principal, un hombre que se desmarca, en parte, de la causa judía e intenta sobrevivir en base a sus habilidades artísticas, primero, y luego técnicas, para ganar días de vida y así hacerse un espacio en medio del infierno.
También es potente la discusión que se genera con otros judíos que intentan sabotear el montaje industrial de billetes falsos creado por los funcionarios de Hitler, cuando una de las pocas vías para su sobrevivencia pasa por colaborar con sus captores.
La trama de la película mantiene todo el tiempo la tensión y despliega la complejidad de tomar ciertas decisiones que se alejan de una línea idílica del buen comportamiento y se compromenten con relaciones más realistas y oscuras. Como cuando la mujer que acompaña a Salomon afirma que es un artista del dibujo y él le señala que mucho mejor que ser dibujante, es aplicar esta técnica en un bien que da muchos dividendos en muy corto plazo: la creación de dinero.