domingo, 7 de junio de 2009

El llamado del párpado y el regreso a Yoga

El Gato del Cerro Concepción 01


Junio 2009. Ya han pasado varios meses desde que el año laboral comenzó y un par de semanas de uno de los sustos más grandes que he tenido en el último tiempo, debido a un accidente donde mi esposa (suena muy de grandes), se ronció en el vehículo y fue a dar contra un poste frente al Hotel Sheraton de Viña del Mar a las 7 de la mañana del 20 de mayo.

Por suerte, luego de las ambulancias, camillas y vendas no quedó nada más que un temor que se va apagando a medida que pasan los días y volvemos a nuestra vida normal.

Sin embargo, como un aviso involuntario de la carga laboral, el susto pasado y la cantidad de cosas que uno hace en el día, en forma tímida, mi párpado izquierdo comenzó a temblar esporádicamente.

Entonces, cada vez que alguien me preguntaba alguna cosa particular, o yo mismo me acordaba de una tarea pendiente, el párpado me indicaba que algo no estaba muy bien y que, al parecer, estaba entrando en una etapa de estrés.

Cuando mi cuerpo intenta comunicarse con mi mente a través de este tipo de expresiones, trato de tomarlas en serio, reduciendo la velocidad de mis acciones y la intensidad de mis actos cotidianos.

Ya sin auto (o en un estado imposible de utilizar), trabajando jornada completa en la Universidad de Playa Ancha y con la condición delicada de Macarena , consideré que llegó el momento de cambiar la rutina gimnástica de Viña del Mar, por las clases de Yoga en Valparaíso.

Así fue que el miércoles volvimos a la sede en Valparaíso de la red GFU, nos inscribimos y asistimos de inmediato a nuestra primera clase.

Lentamente, mi párpado se fue aquietando.

El golpe de gracia para tranquilizar mis impulsos nerviosos fue comer junto a mis compañeros de trabajo una chorrillana de dudosa reputación, pero estimulante sabor, en el casino del Estadio de Playa Ancha, un masaje de 20 minutos que me dieron el día viernes luego de terminar mi jornada laboral, dos horas y media de yoga junto a Macarena y medio litro de cerveza con un sandwich gigante en un restobar de Valparaíso llamado "La Vida en Verde".

Luego de ese pack de autocuidado, el párpado y mi cuerpo en general simplemente descansaron y se alejaron de las distintas preocupaciones cotidianas. Me sentí mucho mejor y dormí muy, pero muy profundo.

Me divierte trabajar, tener desafíos, metas y esas cosas. Pero es muy necesario no olvidar que nuestro cuerpo y las personas que nos rodean son fundamentales para nuestro bienestar.

Y si a veces se nos olvida, o nos concentramos demasiado en los deberes de la pega, hay que saber darse cuenta de que podemos estar errando en la intensidad de energía que enfocamos para ciertas cosas en desmedro de otras.

Por suerte nuestro cuerpo se expresa al respecto. Sólo hay que saber escucharlo.

1 comentario:

  1. Muy bueno el pack de autocuidados. Rica comida, buena compañía y un buen relajo están más que merecidos, sobretodo si el cuerpo lo empieza a pedir con urgencia.

    Saludos.

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