domingo, 14 de junio de 2009

Quémese después de leerse

El título es como una instrucción sacada de una tira cómica o un capítulo del Inspector Gadget. La gráfica del afiche y la presentación mantienen esa estética. Los personajes parecen caricaturas dentro de una comedia postmoderna, donde los organismos de inteligencia y sus antiguos antagonistas se dibujan como burocracias torpes y carentes de sentido, al menos respecto a los argumentos que antes surgían de la llamada guerra fría.

La gran motivación, del que podría ser el único personaje con un fin superior, consiste en conseguir el dinero para efectuarse una cirugía plástica que no cubren los seguros de salud norteamericanos y que, de acuerdo a su interpretación, le impiden acceder a la ansiada pareja vía internet.

Ella no se da cuenta que su jefe, un perdedor, como ella misma lo define, efectivamente se siente atraído por ella.

Es más onírico y embriagante soñar en las infinitas posibilidades de internet y la ciencia que aterrizar en las imperfecciones de un mundo real, con personas de carne y hueso, un poco gordas, un poco calvas, demasiado delgadas 0 un tanto nerviosas e inseguras de sí mismas.

El jefe y la empleada con ansias de un cuerpo nuevo se desenvuelven en un gimnasio, una pequeña empresa hasta donde llega por error un CD, el que es recogido por el encargado del aseo y entregado a un personal trainer, quien al abrirlo descubre una serie de archivos y datos de la CIA que hacen estallar su imaginación respecto al dinero que podrían obtener si sobornan al ex agente al que se le extraviaron.

De ahí en adelante los hechos se van sucediendo en forma vertiginosa, los personajes corren tras sus objetivos, en tanto va quedando al desnudo la fragilidad de las personas que se mueven en este mundo hiperconectado, donde la imagen desplaza la sinceridad y el individualismo se transforma en el centro concertado de las acciones.

Poner todos esos elementos sobre una trama divertida y sin sentido, con personajes hilarantes, sin mucho diálogos, pero con críticas certeras al gobierno de Estados Unidos (particularmente la era Bush), la vuelven una película que permite descubrir en esas caricaturas trozos de uno mismo o quizá de algunos de aquellos personajes que rondan por este Chile hiperventilado, con titulares de H1 N1, deslealtades partidistas y profesores enfurecidos. Donde las cosas ya no parecen tan claras, salvo por el interés común de alcanzar una tajada mayor de una torta de recursos que aquí, en un país subdesarrollado, no alcanza para todos con el mismo piso común de dignidad.

Quémese después de leerse es una buena oportunidad para reírnos del mundo en el que vivimos, sin dejar de ver que hay muchas cosas que definitivamente están mal, que son varios los ejes que están puestos fuera de sitio y que, por suerte, hay gente dispuesta a contarlo de una manera muy particular (al estilo de los hermanos Cohen) y sin perder el sentido del humor a pesar de la brutalidad de los hechos.


domingo, 7 de junio de 2009

El llamado del párpado y el regreso a Yoga

El Gato del Cerro Concepción 01


Junio 2009. Ya han pasado varios meses desde que el año laboral comenzó y un par de semanas de uno de los sustos más grandes que he tenido en el último tiempo, debido a un accidente donde mi esposa (suena muy de grandes), se ronció en el vehículo y fue a dar contra un poste frente al Hotel Sheraton de Viña del Mar a las 7 de la mañana del 20 de mayo.

Por suerte, luego de las ambulancias, camillas y vendas no quedó nada más que un temor que se va apagando a medida que pasan los días y volvemos a nuestra vida normal.

Sin embargo, como un aviso involuntario de la carga laboral, el susto pasado y la cantidad de cosas que uno hace en el día, en forma tímida, mi párpado izquierdo comenzó a temblar esporádicamente.

Entonces, cada vez que alguien me preguntaba alguna cosa particular, o yo mismo me acordaba de una tarea pendiente, el párpado me indicaba que algo no estaba muy bien y que, al parecer, estaba entrando en una etapa de estrés.

Cuando mi cuerpo intenta comunicarse con mi mente a través de este tipo de expresiones, trato de tomarlas en serio, reduciendo la velocidad de mis acciones y la intensidad de mis actos cotidianos.

Ya sin auto (o en un estado imposible de utilizar), trabajando jornada completa en la Universidad de Playa Ancha y con la condición delicada de Macarena , consideré que llegó el momento de cambiar la rutina gimnástica de Viña del Mar, por las clases de Yoga en Valparaíso.

Así fue que el miércoles volvimos a la sede en Valparaíso de la red GFU, nos inscribimos y asistimos de inmediato a nuestra primera clase.

Lentamente, mi párpado se fue aquietando.

El golpe de gracia para tranquilizar mis impulsos nerviosos fue comer junto a mis compañeros de trabajo una chorrillana de dudosa reputación, pero estimulante sabor, en el casino del Estadio de Playa Ancha, un masaje de 20 minutos que me dieron el día viernes luego de terminar mi jornada laboral, dos horas y media de yoga junto a Macarena y medio litro de cerveza con un sandwich gigante en un restobar de Valparaíso llamado "La Vida en Verde".

Luego de ese pack de autocuidado, el párpado y mi cuerpo en general simplemente descansaron y se alejaron de las distintas preocupaciones cotidianas. Me sentí mucho mejor y dormí muy, pero muy profundo.

Me divierte trabajar, tener desafíos, metas y esas cosas. Pero es muy necesario no olvidar que nuestro cuerpo y las personas que nos rodean son fundamentales para nuestro bienestar.

Y si a veces se nos olvida, o nos concentramos demasiado en los deberes de la pega, hay que saber darse cuenta de que podemos estar errando en la intensidad de energía que enfocamos para ciertas cosas en desmedro de otras.

Por suerte nuestro cuerpo se expresa al respecto. Sólo hay que saber escucharlo.